Y uno cree en lo mas hondo de si mismo que las buenas intenciones valen algo,
uno intenta realmente ser una buena persona,
uno intenta creer que los demas lo son,
uno intenta salvar lo insalvable solo porque el estupido altruismo nos hace sentir que valemos menos que los demas,
uno es tan ciego que no ve cuanto se perjudica con no decir un "basta" a tiempo,
Uno es tan pelotudo, uno es tan ingenuo, uno va a ser siempre el "buenito", y ese mismo uno va a quedar como un pelotudo todas las veces por esas bondad lastimera, por esa miserable necesidad de sentirse un bienhechor, uno tiene un bastante pelotudo complejo de santo, y uno es siempre el que paga los platos rotos de los demas.
Ese uno soy yo, así de pelotudo, así de ciego, y así de usado.
Pero este pelotudo está harto, es hora del descarte.
Es la hora de que el pelotudo se mire a él mismo, y a la gente que le importa. Que cada uno se cuide solo el culo, este pelotudo quiere ser por una vez feliz, y si tiene la mejor de las suertes, hacer feliz a esa persona a la que le hizo daño siendo un pelotudo. A esa persona por la cual dá todo, esa persona que tiene que llorar nunca mas.
Este pelotudo es muy feliz, y es tan pelotudo que pone en riesgo su propia felicidad por ser efectivamente tan pelotudo.
Pero ahora este pelotudo va a cambiar, este pelotudo va a cuidar a su mejor parte.
Este pelotudo va a tomar esa felicidad que tiene, y la va a multiplicar y la va a atesorar y compartir solo con ella.
1 comentario:
¡Ah, la pelotudez!
Y es que no está mal ser bueno, no está mal ser generoso y las demás virtudes que se bendicen por ahí. Pero la felicidad demanda egoísmo, es celosa y exige cuidados constantes. Luego así, no cabe la virtud más que para ella misma.
Eso sí, el pelotudismo es un mal crónico, así que le recomiendo encontrar una manera de liberarlo que resulte inocua. Y si la encuentra, avíseme, que tengo en exceso y no sé bien qué hacer.
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