Reluciendo bajo el sol, renguea indiferente asomando una sonrisa bajo el bigote, sabe que es la hora, mueve su bastón mientras saluda a su familia (numerosas si las hay) que esperaba su llegada.
Saluda a todos con muchos besos, se asombra de lo grandes que están algunos, y no se olvida de ninguno. Cada tanto va amenazando con pegarle una piña en el ojo a algún pequeño y se golpea sin querer él mismo... "Así te voy a dejar el ojo" resuena por ultima vez mientras los nietos ríen entre lagrimas.
Le piden que recite "La profecía" por última vez, y lo escuchan transportados por la pasión con la que lo relata. : "....Porque sin ser tu mario, ni tu esposo, ni tu amante...yo soy quien mas te ha querio, con eso....tengo bastante".... Escalofríos. Él se para, se pone su sombrero, y agarra su bastón. Debe seguir.
De repente divisa el río...aquel río que tantas veces visitó con sus nietos. Otro calido recibimiento lo espera aquí: el pequeño Pico Pato abraza sus piernas y lo toma de la mano llevándolo donde están el resto de los patos. Están todos ahí. Todos quieren un beso. Todos quieren a Napoleón. Lo besan mucho, no lo quieren soltar. Pero él se para nuevamente.
Es hora de irse, todos lo saben, el Pico Pato suelta su mano y le dice que no puede ir con él, se va a quedar con el resto de nosotros, ya es mas nuestro que de él. Napoleón sonríe. Tararea una copla de Naty Mistral.
Avanza de a poco por el costado del río. La tierra mojada se va convirtiendo en arena. Se siente un poco confundido, pero sabe exactamente hacia donde va. Levanta su mirada y sus ojos brillan. Sonríe ampliamente bajo el bigote.
Se encuentra frente a frente con su Gesell, sus tejos, sus bochas y su mar... su interminable mar. Sabe que allí está el final. Se saca su traje, su sombrero y su bastón preparándose para entrar al agua.
Desde atrás de una duna aparecen 5 personas y él sonríe -"Ya estamos juntos los 6: Yo, Roncoroni, Cepeda, Pardillo, Lozano y Chamorro", repite para él mismo regocijado. Ellos toman su ropa, y lo ayudan a cambiarse.
Todos miran la escena. Estamos todos ahí. Lo saludamos desde lejos. Su pelada reluce más que nunca bajo el sol geselino.
Se acerca ya al mar, mira para atrás por última vez, y caen un par de lágrimas de su cara. "Mira Napoleón todo lo que dejaste. No la hiciste tan mal" Se dice para sí mismo.
Mete los pies en el agua, caminar por la arena hizo que su renguera mejore, se mete hasta las rodillas y hace su clavadito de siempre... Desaparece un instante... y como por arte de magia aparece de repente flotando panza arriba. Cruza sus brazos sobre su pecho y se deja llevar, como lo hizo siempre... solo que ya no volverá.
Chau abuelo. Te lleva el mar, pero seguís aquí, todos somos parte de vos.
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